jueves, 17 de diciembre de 2009

Y lo miraste con miedo, con tus ojos color tristeza y el sudor del cuerpo que te delataba. Yo, y tu vestido rosa y tus medias blancas. Tus crayones de colores, tus santitos y tus sábanas blancas. Yo, con tu miedo en mi boca y el humor de tu sexo hecho lágrimas de escarcha. Lloraba mientras te esperaba y tu llorabas mientras lo esperabas. Entonces nos encontramos en uno de los tantos lagos que nacieron de lo que de tí brotaba. Te pedí que me esperaras, que a pesar de todo, me esperaras. Pero Sibila, siempre fuiste impaciente, tan lejana. Entonces, te perdí de vista y zambullí mi cuerpo en tus aguas derramadas. Fue cuando supe lo que era extrañarte aun teniendote dentro de mis entrañas. Te ahogaste dentro de esa corriente espesa tuya, embebida en su dolor que te desgarraba el alma. Y yo te vi desde aquí, atada en mis silencios (los tuyos) que morían con el drop drop de la lluvia en la ventana. Mi Sibila amada, te vi morir ante mis ojos y no hice nada.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Y ahí está. Dormido, él dentro de mí.

sábado, 18 de julio de 2009

Querida hija mía.

Hoy cuando contestaste el teléfono, por casualidad, te dije que te quería, por casualidad. Y mientras tu seguramente pensabas en los posibles desenlaces de tu noche triste, no reparaste en mis palabras, que serían las últimas. Entonces aproveché esa desatención tuya, casual, para contarte mis secretos. Que me voy a morir y no habrá tiempo de despedirnos. Que desde que lo sabes me falta el aliento y cada noche cuando cierro los ojos es como un casi beso a la muerte, siempre tibia. Hijita, tu corazòn adolescente se mueve tan rápido últimamente, comparado con el mío que me amenaza todos los días con sacar la mano...Te dije, cuando esperabas que colgara, que tengo miedo y que ese es el mayor de mis secretos.

viernes, 8 de mayo de 2009

Mi Sibila...

Yo te lo advertí, chiquita. No te imaginas cuánto dolor me causó ver que te enamorabas como una chiquilla (eso eres aún para mí)...Yo quería cortar tus ilusiones de tajo y acabar con la vida de él con un silencioso disparo, suave, casi dulce. Quería matarlo y entregarte su cadáver envuelto en un velo rosa, rosa como tu vestido. Quería darle un beso en la boca y que fueran mis labios los que hubieran sido violados. Nunca los tuyos, inmaculados, sacros.

Lo siento tanto. De verdad, lo siento y te acompaño en tu tristeza. No lo maté para que no te matara a tí, se llevó tu inocencia y eso me alegra. Ya no podías andar así por el mundo soñando. Era necesario que murieras, que te mataran así. Y ahora que agonizas no puedo hacer más que soplarte al oido que te amo y que me muero contigo.

Perdónalo, Sibila y olvida. Pero, también recuerda, que lo quisiste y que él tomó ese amor tuyo y lo cortó en forma de corazones, como los que hacíamos para tus tareas del colegio. Recuerda para olvidar. Recuerda para perdonar. Y dale las gracias porque te hizo mujer su desprecio.

martes, 17 de febrero de 2009

Otra vez llegó con la cara larga y la mía que cada día veo más arrugada. Y reventó el plato en el suelo y yo dibujé un corazón rojo con esos pedazos en mis manos, también arrugadas. Y me toqué la cara y me toqué toda para darme cuenta de que sí, estoy vieja. Y vestí la mesa y puse en los platos lo que recogí del suelo. Quedó bonito. Roto, sucio, hermoso. Y nos sentamos a la mesa y me miró para decirme que sí, que estaba vieja y que ya no le gustaba el color rosa de mis labios y tampoco mis besos, mi sexo. Tomamos vino y brindamos.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Ya deja de llorar, corazón. Deja de llorar, mi niña. Te prometo una caja de esos chocolates, los del papel rojito que brilla si me prometes que no lloras más. Mi amor, ¿por qué no me escuchaste antes?, ¿por qué no me leíste los labios cuando te decía en secreto que el amor es un pecado y que ni siquiera morir sería suficiente alivio para alguien como tú?, Mi vida...descansa tu rostro sobre mis piernas que yo voy a cuidarte mientras te quedas dormida y voy a rezarle a Santa Catalina por tus penas, por tus pecados, por tus verguenzas....

sábado, 18 de octubre de 2008

Me estoy muriendo y tengo miedo de lo tránquila que me siento al respecto. Podría dejar el arroz en bajo y la carne sin asar e irme por esa puerta para no volver nunca. Podría dejar planchada la ropa, bueno no toda, e irme por esa puerta para siempre. A veces sueño con no cerrar la llave del gas...y sueño con su olor dulce esparciéndose por toda la casa, hasta el cuarto de los niños....Sueño con que me despido de ellos con un beso en sus mejillas y sin más, sigo hasta el cuarto de Roberto. Está dormido. Lo miro desde lejos y me persigno. Me voy....